JAZZ CINEMA

 

 Filmoteca de Zaragoza (Plaza de San Carlos, 4). 2, 8 y 10 de Noviembre. (Entrada libre y gratuita hasta completar aforo)

 

  1. Whiplash (Damien Chazelle, 2014) – Jueves 2 de Noviembre, 20h.

Dir: Damien Chazelle
Int: Miles Teller, J. K. Simmons, Melissa Benoist, Paul Reiser, Austin Stowell, Jayson Blair, Kavita Patil, Kofi Siriboe, Jesse Mitchell, Michael D. Cohen, Tian Wang, Jocelyn Ayanna, Tarik Lowe, Marcus Henderson, Keenan Henson.

Música: Justin Hurwitz.

USA. VOSE. 107 min.

Whiplash (2014) - IMDb

 

El objetivo de Andrew Neiman (Miles Teller), un joven y ambicioso batería de jazz, es triunfar en el elitista Conservatorio de Música de la Costa Este en el que estudia. Andrew es miembro de una familia, carente de la figura materna, con un padre sobre protector (que es profesor de literatura en secundaria), y en la que no hay vinculación con la música y menos todavía con el jazz. Contra todo pronóstico, Andrew alberga sueños de grandeza en ese complejo territorio, y quiere ser tan brillante como el legendario batería de jazz  Buddy Rich (1917-1987). Terence Fletcher (interpretado con brillantez por J. K. Simmons), un profesor conocido tanto por su talento como por sus rigurosos y violentos métodos de enseñanza, dirige la mejor big band de jazz del Conservatorio.
Cuando Fletcher elige a Andrew para formar parte de su banda, cambia para siempre la vida del joven, que se verá sometido a un adiestramiento marcado por la violencia (física y psicológica) de los métodos de este insidioso y quizá demente profesor, a su vez obsesionado con que hay que llegar más allá de los límites de lo soportable física y mentalmente para alcanzar la excelencia en cualquier disciplina, y especialmente en una tan exigente como la del jazz. El objetivo, según él, es no perder la posibilidad de llegar a encontrar, cueste lo que cueste, un músico equivalente a Charlie Parker y su indudable genialidad.
Este fue el segundo largometraje de Chazelle, que ya trató el tema del jazz en Guy and Madeline on a Park Bench (2009) y que ha seguido presente en La ciudad de las estrellas (La La Land, 2016) y la reciente Babylon (2022). Parece ser que Damien Chazelle, intentó también ser músico de jazz, siguió una trayectoria personal en sus estudios no demasiado diferente a la de su protagonista Andrew  Neiman. El guion, también escrito por él, tiene una parte autobiográfica importante y plantea interesantes  cuestiones sobre la política de competitividad salvaje tan presente en la sociedad norteamericana, los métodos de enseñanza necesarios para preparar a los jóvenes que se van a enfrentar a ese sistema, marcado por la «ley de la jungla»; y también sobre la obsesión casi demente que parece arrastrar a muchos creadores y artistas geniales que son capaces de sacrificarlo todo para alcanzar sus metas…Damien Chazelle parece haber encontrado su meta en otro territorio, no menos duro: el cine. Su obsesión personal por el tema ya se hizo cine en un cortometraje del mismo título, que filmó en 2013, y su largometraje ya ha triunfado en festivales, como el de Sundance, y ha ganado dos Globos de Oro, y la verdad es que logra llamar la atención, incluso a los no aficionados al jazz que terminarán cautivados por el electrizante montaje (Tom Cross, es el responsable), la sólida dirección de actores, lo bien que responden al reto Miles Teller y J. K. Simmons, logrando mostrar con sus trabajos interpretativos el duelo musical de aprendiz y maestro del film. La puesta en escena no parece estar a cargo de un realizador de treinta años, sino en las de uno con más experiencia y veteranía.

 

  1. Balada para Tete (Fran Vaquero, 2016) – Viernes 10 de noviembre, 20h.

España. 60 min.

TPA estrena el documental 'Balada para Tete' - Noticias RTPA

Este medio-metraje de 55 minutos de duración propone un viaje desde el mar Cantábrico que baña la tierra del asturiano Turienzo al Mediterráneo del barcelonés Tete Montoliu, con la participación de varios músicos más y personas que han conocido al protagonista, fallecido en 1997. La segunda parte del documental tiene por escenario al Nova Jazz Cava de Terrassa, uno de los locales más queridos y frecuentados por Tete, donde grabó por última vez en trío acompañado por Horacio Fumero en el contrabajo y Peer Wyboris en la batería. Además, aparecen Juan Claudio Cifuentes, creador y conductor del programa «Jazz entre amigos», la cantante Mayte Martín y otros músicos, compañeros y amigos del desaparecido músico.

 

  1. Chantaje en Broadway (Sweet Smell of Success, Alexander Mackendrick, 1957) – Miércoles 8 de noviembre, 20:15h.

Int.: Burt Lancaster, Tony Curtis, Barbara Nichols.

USA. VOSE. 96 min.

Chantaje en Broadway (1957) - Filmaffinity

Nos relata con pasión cómo J. J. Hunsecker (Burt Lancaster) y Sidney Falco (Tony Curtis) se adentran en el misterioso mundo de la fauna nocturna que puebla el centro de Manhattan, en un juego siniestro de poder y en un universo de supervivencia desesperada. Tiene este film clásico, dirigido por Alexander Mackendrick y escrito por Clifford Odets y Ernest Lehman –en cuya novela se inspiran–, algunos de los diálogos más corrosivos del cine de todos los tiempos. Burt Lancaster encarna a un poderoso, famoso y ambicioso columnista que domina toda una ciudad a través de la información que habitualmente consumen sus más de sesenta millones de lectores. Pero tiene un punto débil: su hermana pequeña Susan (Susan Harrison). Todo cambiará cuando ésta se enamore apasionadamente de Sidney Falco (Tony Curtis), un guitarrista de jazz, y es entonces cuando los instintos más básicos del periodista salen a relucir. La banda sonora la compuso Elmer Bernstein, pero el papel protagonista lo tiene el grupo de jazz Chico Hamilton Quintet, formado por Chico Hamilton, Buddy Clark, Paul Horn y Fred Katz, perfecto para ambientar ese mundo nocturno de Manhattan a finales de los años cincuenta.

 

 

   4. El negro que tenía el alma blanca (Benito Peroro, 1927) – Miércoles 15 de noviembre, 20h.

Dir.: Benito Perojo; Guion: Benito Perojo, según la novela de Alberto Insúa; Fotografía: George Asselin y Segundo de Chomón; Efectos especiales: Segundo de Chomón

Int.: Concha Piquer, Raymond de Sarka, José Agüeras, Joaquín Carrasco, Andrews Engelmann, Valentín Parera.

 

 

Un repaso al cine silente permitiría comprobar que, durante los años 20 del siglo XX, hubo una eclosión de creatividad sin parangón en toda la historia del cine.

Este es el contexto en el que Benito Perojo, que estaba trabajando en Francia (como intérprete y director de 1917 a 1929), realizó El negro que tenía el alma blanca (1928), que tuvo en su momento una buena acogida y dos versiones en el cine sonoro, una de 1934, dirigida por el mismo Perojo; y otra de 1954, dirigida y protagonizada por el argentino Hugo del Carril. Luego, aunque al propio director le parecía uno de sus mejores trabajos (con razón), fue casi olvidada y despreciada.

Perojo adapta la novela del cubano afincado en España Alberto Insúa y cuenta como operadores de cámara con George Asselin y Segundo de Chomón, que además se ocupará de los efectos visuales. Los dos fotógrafos han asimilado con maestría aspectos expresionistas e impresionistas del cine europeo de la época (alemán y francés) y aplican un tratamiento de la luz que siempre potencia el valor expresivo de todas las secuencias. Destaca también el soberbio trabajo interpretativo de una joven Conchita Piquer y de Raymond de Sarka, sin los que la historia (que se apoya en ciertos presupuestos racistas que no eran tan evidentes en la visión de la época) podría perder eficiencia.

La película contó con unos medios de producción muy difíciles de alcanzar en la España de finales de los años veinte. Algunas secuencias que relatan el ambiente de algunos clubes de los «felices años veinte» parisinos, son espectaculares. En especial las que muestran los inicios de Peter Wald / Pedro Valdés en el mundo del Charlestón, un antecedente del jazz, que estaba en plena difusión en Europa.

Hay detalles breves en los que el estilo de Chomón es evidente: los reflejos (flash-back) en una botella de champán que observa Don Mucio Cortadell (Joaquín Carrasco), el padre de Emma (Conchita Piquer) o los juegos lumínicos (y maquetas) para ilustrar el ambiente de Montmartre y el Moulin Rouge.

Pero donde realmente se luce el genio de Chomón es en la brillante secuencia onírica (que comienza aproximadamente en el minuto 12:24) y que termina por determinar un cierto aire de ensoñación fabulística a todo el film.

Está construida con sobreimpresiones, transparencias, cámaras lentas, maquetas, distorsiones visuales, todo un repertorio de trucajes que ha sido alabado (con razón) como uno de los mejores momentos del film. Quizás sea la secuencia más destacada por buena parte de la crítica y supone un fuerte impacto, por su agilidad narrativa, por sus sugerencias eróticas y por demostrar que había otro cineasta turolense capaz de sumergirnos en el inquietante mundo de los sueños. Hay un momento que además pudo inspirar visualmente al mítico King Kong (1933) de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack. Es una pena que este fuera su último trabajo. En él, Chomón al servicio de Perojo, muestra una madurez narrativa y un dominio técnico absolutos que indican que podría haber aportado mucho más al desarrollo del lenguaje cinematográfico, si no hubiera fallecido un 2 de mayo de 1929 a la edad de 57 años.